PROCESIÓN CON EL EVANGELIO

PROCESIÓN CON EL EVANGELIO


En nuestro rito armenio, durante el canto del Trisagio o “Surp Asdvádz” 🎵 (Santo Dios), algunos fieles se acercan a besar el Evangelio y, luego de besarlo, apoyan la frente sobre el mismo. Esto es porque a Dios lo adoramos no solamente con la boca (de palabra) sino también con la mente (de pensamiento). Además, apoyar la frente se hace para recibir la bendición del Señor, cuya palabra es el Evangelio.


¿Quiénes van a besar el Evangelio?
Por lo general se acostumbra a que se acerquen a besar el Evangelio aquellos fieles que tengan alguna intención particular por la cual se esté celebrando la Santa Misa. Por ejemplo: los familiares de las personas fallecidas (en caso de una misa con responso), los cónyuges (si se celebra un matrimonio), representantes de instituciones (en celebraciones más formales), etc. Sin embargo, cualquier persona que lo desee también puede besar el Evangelio sin necesidad de avisarlo previamente.


Algunos fieles se acercan a besar el Evangelio.


Si la procesión la hace el sacerdote...
Mientras el coro canta el Trisagio, el sacerdote baja en procesión junto con todos los ministros del altar, para hacer besar el Evangelio a los fieles. Una vez que todos han besado el Evangelio, el sacerdote bendice a toda a la Asamblea desde allí con el mismo Evangeliario en sus manos. Luego, se dirige nuevamente al altar en procesión.


Si la hace el diácono...
Si bien es común que sea el mismo sacerdote el que baja en procesión desde el altar, en ocasiones, en caso de haber un diácono, este último puede cumplir esa función, mientras el sacerdote se queda en el altar. Una vez que todos han besado el libro de los Evangelios, el diácono lo levanta mostrándolo hacia los fieles y el sacerdote da la bendición haciendo la señal de la Cruz.


Oración del sacerdote
Una vez que el sacerdote está en el altar nuevamente, reza en secreto la siguiente oración:
Oh Dios santo, que descansas entre los Santos, los Serafines te alaban con el canto del Trisagio y los Querubines te glorifican, y te adoran todas las Virtudes celestiales. Tú que de la nada has sacado todas las cosas a la existencia, que has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y lo has adornado con todos tus dones y le enseñaste a pedir sabiduría y prudencia, y no has despreciado al pecador, sino que has puesto sobre él la penitencia para su salvación; que te has dignado que nosotros, tus humildes e indignos siervos, estemos en esta hora delante de la gloria de tu santo Altar y te ofrezcamos la legítima adoración y glorificación. Tú, Señor, recibe de nuestra boca de pecadores, el himno del Trisagio y guárdanos en tu bondad. Perdónanos todos nuestros pecados voluntarios e involuntarios. Santifica nuestras almas, nuestras inteligencias y nuestros cuerpos, y concédenos que te adoremos en santidad todos los días de nuestra vida, por la intercesión de la santa Madre de Dios y de todos los Santos que te han agradado desde la eternidad. Pues tú eres santo, Señor Dios nuestro y a Ti conviene la gloria, el poder y el honor, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.