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MARTES SANTO
Աւագ Երեքշաբթի

Modo 6º (ԳԿ)

✝️ Memoria de las Vírgenes Prudentes
La parábola de las diez vírgenes se inspira en la costumbre judía de las bodas. La sala de la fiesta representa el reino de Dios, la felicidad eterna. A esta fiesta Dios invita a todos los hombres, pero entrarán solamente aquellos que están preparados: aquí, las vírgenes con las lámparas encendidas: en otra parábola, el que lleva el traje de bodas (Mt 22, 11-12). Al decir "diez vírgenes" nuestro Señor no pone el acento ni en el número ni en la virginidad de las muchachas, sino sobre la conducta de ellas para recibir al novio. El novio tarda en venir. Las vírgenes sensatas y las necias se duermen. Cuando, a media noche, se anuncia la llegada del novio se levantan para encender sus lámparas e ir a recibirlo. Ahí viene la sorpresa: las necias se encuentran con que no tienen aceite para encender sus lámparas.
Acá notamos dos hechos raros: piden aceite a las sensatas y éstas se niegan a dárselo. ¿Por qué?, no por egoísmo, sino que la gracia santificante, representada por la lámpara encendida, indispensable para entrar en el reino de Dios, es exclusivamente personal y no se puede transferir a otro. Las vírgenes sensatas mandan a las necias a comprar a los vendedores. A media noche, ¿dónde encontrarían un almacén abierto para comprar?, lo que significa llegar tarde a las bodas, encontrar las puertas cerradas y que no las recibe el novio porque tenían que estar en la comitiva. Las echa afuera diciéndoles que "no las conoce".
Los himnos y las oraciones del Martes Santo exhortan a los fieles a estar siempre preparados (con las luces encendidas = en la gracia de Dios) y rezar al Señor para que nos dé la gracia de perseverar. En el Oficio Nocturno, el primer sharagán dice: «Las vírgenes sensatas, habiendo preparado el aceite de sus lámparas, fueron al encuentro del Esposo celestial con las lámparas encendidas. Mientras que las vírgenes necias, las lámparas vacías de aceite, no estaban preparadas para la venida del Esposo, teniendo apagadas sus lámparas. Por eso, nosotros, preparemos aceite espiritual para que entremos a las bodas del Esposo inmortal con las lámparas encendidas. Oh María, virgen inmaculada, reza al Esposo puro para que se reconcilie con mi alma quedada viuda y que me una otra vez a su amor, que estoy alejado de él».