✝️ De nuestros héroes armenios...
En nuestro templo, luce un cuadro del retrato del beato Ignacio Maloyan, Obispo y mártir.
¿Conoces su historia? Te la contamos aquí:
Fue Obispo de Mardin, en Armenia, y mártir durante el genocidio de los cristianos de aquella región por obra de los perseguidores de la fe. Por no haber querido abrazar otra religión, después de haber consagrado el pan para la refección espiritual de sus compañeros de cautiverio, fue fusilado junto con un ingente número de cristianos, ofreciendo su sangre para obtener el fruto de la paz (1915).
Ignacio Maloyan (Shoukrallah), hijo de Melkon y Faridé, nació en 1869, en Mardin, Turquía.
Su párroco, notó en él indicios de una vocación sacerdotal, por lo que lo envió al convento de Bzommar, Líbano; tenía catorce años.
Después de terminar sus estudios superiores en 1896, el día dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, fue ordenado sacerdote en la Iglesia del convento de Bzommar, pasó a ser miembro del Instituto de Bzommar y adoptó el nombre de Ignacio en memoria del famoso mártir de Antioquía.
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, los armenios residentes en Turquía (que fueron aliados de Alemania) comenzaron a soportar sufrimientos inenarrables. De hecho, el 24 de abril de 1915 marcó el comienzo de una verdadera campaña de exterminio. El 30 de abril de 1915, los soldados turcos rodearon el Obispado Católico Armenio y las iglesias en Mardin, bajo el argumento de que eran escondites para armas.
A principios de mayo, se reunieron el Obispo y sus sacerdotes, él les informó de la situación peligrosa que se veía venir. El 3 de junio de 1915, soldados turcos se llevaron al Obispo Maloyan arrastrado con cadenas a los tribunales con otras veintisiete personalidades católicas armenias. Al día siguiente, veinticinco sacerdotes y ochocientos sesenta y dos creyentes estaban encadenados.
Durante el juicio, el jefe de la policía, Mamdooh Bek, pidió al Obispo convertirse al Islam. El obispo respondió que él nunca traicionaría a Cristo y su Iglesia. El buen pastor le dijo que estaba dispuesto a sufrir todo tipo de malos tratos e incluso la muerte y en esta estaría su felicidad.
Mamdooh Bek le golpeó en la cabeza con la parte trasera de su pistola y ordenó que le pusieran tras las rejas. Los soldados le encadenaron los pies y las manos, lo arrojaron sobre el suelo y le golpearon sin piedad. Con cada golpe, al Obispo se le escuchó decir "Oh Señor, ten piedad de mí, oh Señor, dame fuerza", y pidió a los sacerdotes presentes la absolución. Por eso, los soldados volvieron a golpearle y le arrancaron las uñas de los pies.
El 9 de junio, su madre lo visitó y lloró por su estado. Pero el valiente Obispo la alentó. Al día siguiente, los soldados reunieron cuatrocientos cuarenta y siete armenios y los subieron en camiones. El convoy militar tomó la ruta del desierto.
El Obispo alentó a sus feligreses a permanecer firmes en su fe. Luego, se arrodillaron y el oró a Dios que los ayude a aceptar el martirio con paciencia y coraje. Los sacerdotes concedieron a los creyentes la absolución. El Obispo tomó un trozo de pan, lo bendijo, recitó las palabras de la Eucaristía y lo dio a sus sacerdotes para distribuir entre la población.
Uno de los soldados, testigo ocular, relató esta escena: "A esa hora, vi una nube que cubría a los prisioneros y de todos lados se emitía un aroma perfumado. Había una mirada de alegría y serenidad en sus rostros". Como todos los que van a morir por amor a Jesús.
Después de dos horas a pie, hambrientos, desnudos y encadenados, los soldados atacaron a los presos y los mataron ante los ojos del Obispo. Luego de la matanza llegó el turno del obispo Maloyan.
Mamdooh Bek pidió entonces a Maloyan de nuevo a convertirse al Islam. El soldado de Cristo contestó: "Yo he dicho que voy a vivir y morir por la causa de mi fe y la religión. Me enorgullezco en la cruz de mi Dios y Señor". Mamdooh se enfadó mucho, le apuntó con su pistola y disparó a Maloyan. Antes que él respirara su último aliento gritó en voz alta: "Dios mío, ten piedad de mí; en tus manos encomiendo mi espíritu".
Fue beatificado el 7 de octubre de 2001 por S.S. Juan Pablo II.